En un pequeño poblado agrícola al norte del Estado de México opera una nueva zona industrial con una planta embotelladora de agua, de la compañía Niagara Bottling, que obtuvo una autorización para abastecerse de un acuífero que, desde hace 40 años, se encuentra en veda.
La región es susceptible al agotamiento de sus arroyos, ríos y manantiales según se puede leer en el decreto presidencial que protege ese depósito de agua desde 1978. Cuatro décadas después, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) justifica la autorización de explotación del recurso hídrico al afirmar que hay suficiente en el subsuelo, aunque la restricción sigue vigente.
Especialistas en agua subterránea, consultados sobre esta situación, advierten que el problema en el desarrollo de proyectos que demandan grandes cantidades de agua es que se preserva el esquema mercantilista de los recursos naturales por encima del bienestar social y ambiental, situación que ahora enfrenta el municipio de Soyaniquilpan.